La fuerza del agua ha sido aprovechada para generar la energía necesaria que movía los ingenios de los numerosos molinos hidráulicos que allí operaron desde la Edad Media. Unos molinos donde se molía el trigo, se trabajaba en la forja, y se creaba la bella cerámica mindoniense.

Era un barrio de artesanos y zoqueiros, al que acudían los labriegos y ganaderos de las aldeas vecinas. Todos ellos se reunían en las diversas tabernas y colmados situados en la plaza de los Muiños y junto al hermoso puente de Pasotempo.

Un puente desde el que se goza de unas preciosas vistas del paisaje de la zona. Lo frecuentaba Cunqueiro porque en él imaginaba historias reales y fantásticas. Una de ellas es la relativa al episodio histórico que dio lugar al propio nombre del puente. La tradición popular asegura que en dicho puente fue retenida la mujer del mariscal Pedro Pardo de Cela durante un tiempo por unos clérigos, cuando llegaba desde Castilla con el indulto real que hubiera impedido el degollamiento de este. Parece ser que al no llegar a tiempo cortaron la cabeza del mariscal. Es más, parece probado que fue ejecutado justo cuando este estaba rezando el Credo, por lo que la cabeza aún decía “credo, credo, credo” al rodar desgajada del cuerpo por la plaza de la Catedral.